La cocina tradicional bretona era, hace una cincuentena de años, de una gran simplicidad. Los únicos dos modos de conservación de los alimentos eran la sal (guardada en un gran recipiente, llamado "charnier") y el humo (gracias a las chimeneas).

En el campo, las comidas se componían entonces casi todos los días de tocino o de tripas ("andouille") a lo que se añadían unas patatas. El viernes, en cambio, era un día que se salía de lo ordinario ya que se hacía una comida de "crepes" de trigo negro. En raras ocasiones, enfin, tenía lugar la matanza del cerdo, lo que les permitía algunas "comilonas' en las que se ponían sobre la mesa asados de cerdo, carne estofada "ragout", y "patés" caseros. Era también el periodo en el que se preparaba la "graise salée" a partir de la grasa de cerdo a la que se añadía sal, pimienta y cebollitas ("echalottes") picada. La mezcla así obtenida era conservada durante varios meses, envuelta en una especie de redecilla llamada "répine", puesta sobre una tabla, suspendida de una viga de la cocina.

Progresivamente, las comidas se han diversificado y han ido apareciendo diferentes cocidos, los potages a base de repollo, el cocido de carne o "kig-a-farz" muy extendido en el norde del finisterre.

La pretensión de esta parte dedicada a la 'gastronomía' es la de compartir algunas de estas recetas, la de permitiros el apreciarlas estéis donde estéis en el mundo, y así colaborar en la lucha contra al olvido. d'aider à leur pérennité.

En todo caso, n'olvidéis que para los platos bretones se requiere mantequilla salada (o "demi-sel") y en ningún caso mantequilla sin sal (está proscrita ¡salvo en caso de enfermar ...!)

¡ Buen provecho !

Christiane Dorval - Quimper.

 

 

l